Los trastornos de la alimentación son un problema social que cada vez tiene un inicio más temprano. Hace unos años, el inicio de estos trastornos comenzaba en la adolescencia o primeros años de la edad adulta; sin embargo, se han dado casos en niñas/os de hasta 9 años.
Según el DSM-5, los trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos, se pueden dividir en los siguientes: Trastorno de pica, Trastorno de rumiación, Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos, Anorexia nerviosa, Bulimia nerviosa, Trastornos de atracones, Otro trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentación especificado y Trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos no especificado.
Los más comunes/conocidos, son la Anorexia y la Bulimia. Pero, ¿qué caracteriza a estos trastornos?
Por un lado, la Anorexia nerviosa se caracteriza por la restricción de ingesta energética en relación a las necesidades, que conducen a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad, el sexo, el curso del desarrollo y la salud física; así como un miedo intenso a ganar peso o engordar. Finalmente existe también una alteración en la forma en que uno mismo percibe su propio peso o constitución.
Por otro lado, la Bulimia nerviosa hace referencia a episodios recurrentes de atracones y comportamientos compensatorios inapropiados y recurrentes para evitar el aumento de peso.
¿Cómo podemos detectar si nuestro hijo/a padece alguno de estos trastornos? Hay sintomatología que se repite en muchos de los casos:
- Adelgazar de manera notable
- Obsesionarse con la alimentación y con estar delgado
- Beber agua de manera constante
- Pesarse con mucha frecuencia
- Comer raciones muy pequeñas
- Evitar alimentos que contienen grasas o lácteos
- Hacer ejercicio de manera exagerada
- Evitar celebraciones que giren en torno a la comida
- Mostrarse insatisfecho con su cuerpo
- Ir al baño después de cada comida comprar laxantes de manera recurrente

Existen consecuencias apreciables en los trastornos alimentarios o de la ingesta de alimentos:
- Pérdida de pelo
- Ausencia de menstruación o amenorrea
- Fragilidad o mareos
- Dolor de estómago
- Anemia
- Pérdida de potasio, cuya consecuencia directa conlleva, en algunas ocasiones, problemas cardíacos
Los trastornos alimenticios o de la ingesta de alimentos tienen tratamiento. Como en todos los trastornos, cuanto antes se detecten mejor pronóstico tienen. Uno de los objetivos es enseñar a quien lo padece a comer cada vez más y de una manera adecuada. Para ello es necesario trabajar de manera multidisciplinar, es decir, contar con un psiquiatra, psicólogo y endocrino. Así mismo, la colaboración familiar es imprescindible.
Rocío Perera Romero
Psicóloga sanitaria col. nº M-32.365
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