Black Friday: la trampa de las compras

El viernes se celebra el “Black Friday” un día donde todos los negocios hacen rebajas antes de navidad, una excusa más para comprar y consumir más. Es una moda que aumenta el porcentaje de consumo cada año más pero…

-¿Por qué el ser humano necesita comprar/consumir para ser feliz?

En el ser humano podemos diferenciar las necesidades primarias de las que no lo son, y que podrían considerarse secundarias o terciarias. Las primarias están relacionadas básicamente con nuestra naturaleza biológica y tienen una función adaptativa al permitirnos la supervivencia como organismos vivos. Cuanto más nos alejemos de ellas, más entroncamos con nuestra naturaleza social y en ella influyen las estrategias de publicidad y marketing, que van creando en nosotros supuestas “necesidades” de lograr un mayor bienestar o felicidad personal – comparándonos con otras personas que aparentemente lo son -, y al mismo tiempo proporciona la satisfacción a través del consumismo.

En mi opinión, la felicidad así concebida resulta una trampa en la que el consumidor puede caer atrapado, al dejar a un lado los valores y objetivos vitales significativos para cada persona, y enfocarse en la compra como medio para alcanzarlo. El resultado es que la insatisfacción es permanente porque se van creando continuamente nuevas necesidades materiales que nunca pueden satisfacerse del todo.

 

-¿Por qué cree usted que esta moda ve en ascenso?

La razón del éxito de eventos comerciales como el “Black Friday”, al igual que el de las rebajas de enero y de verano, consiste en la posibilidad de comprar artículos de segunda necesidad, altamente apreciados, a un precio inferior al habitual. A ello habría que añadirle la proximidad de las fiestas navideñas y la breve período durante el que está en vigor la oferta, que aumentarían la urgencia percibida para la compra por la justificación de que “no se debe dejar pasar la oportunidad”.

 

-¿Es más feliz quien más tiene? (Sabemos que hay millonarios que se suicidan porque no son felices, entonces ¿dónde está origen del problema?)

Sin lugar a duda, como dice el dicho atribuido a San Agustín, no es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. De hecho, diversos estudios ya pusieron de manifiesto que los niveles de satisfacción con la vida varían muy poco entre países, a pesar de los diferentes valores de renta per cápita. Este llamativo resultado puede explicarse si atendemos a los procesos de comparación social, en los que juzgamos nuestras necesidades y bienestar en función del que expresan las personas que nos rodean.

Tampoco tenemos que irnos muy lejos, tan solo unas décadas atrás en el tiempo, para recordar cómo era nuestra vida social antes de la revolución de la tecnología de los medios de información y comunicación (ordenadores, teléfonos móviles, redes sociales, etc.) o los juguetes infantiles, para caer en la cuenta de no éramos en absoluto infelices, a pesar de que ahora nos resulte espantoso quedarnos sin batería en el móvil o no poder contestar a los Whatsapp que nos han entrado.

 

-¿Qué piensa una persona adicta a las compras? ¿Por qué las necesita?

Las compras compulsivas pueden llegar a constituir un problema psicológico que se ha denominado “adicción a los compras” u “oniomanía”. Funcionalmente, presenta síntomas muy parecidos a los de otro trastorno del control del impulso o de las adicciones sociales. El afectado presenta impulsos intensos y persistentes por comprar bienes de consumo que no necesita realmente, que experimenta como urgencia y encuentra difícil poder resistir, lo que conduce a gastos innecesarios y otros posibles problemas de índole familiar, social, y económica. Cuando el comportamiento de compra se desarrolla como respuesta frente a conflictos interpersonales o ante el malestar emocional, se convierte en una estrategia desadaptativa de afrontamiento que puede exacerbar los problemas que lo desencadenaron.

Habría que diferenciar entre los factores que pueden predisponer a la aparición de las “compras compulsivas”, de aquellos implicados en su precipitación y en el mantenimiento de las mismas.Entre los predisponentes, se encuentran características personales y socioculturales que pueden aumentar la vulnerabilidad a padecer el problema. Elevada impulsividad, deficiente tolerancia a la frustración, búsqueda de satisfacción inmediata, baja autoestima, insatisfacción personal, valores consumistas imperantes en la sociedad, inducción de necesidades en los consumidores a partir de campañas publicitarias y modas, etc.

Entre los precipitantes de la compra compulsiva podríamos situar acontecimientos que provoquen excitación (atracción, deseo) o estados emocionales intensos (euforia, ansiedad, tristeza, enfado, aburrimiento, sensación de vacío). Por ejemplo, anuncios publicitarios, ofertas de consumo, rebajas, observar el comportamiento de compra o los artículos adquiridos en otras personas. También una discusión, decepción  personal, inactividad, etc. En cualquiera de ellas, se producirían un cambio en el estado emocional cuya forma de regularlo se conseguiría mediante el refuerzo que produce el acto de comprar (más, incluso, que por el objeto adquirido), reduciendo el malestar o incrementando el disfrute momentáneo.

 

-Cómo detectarlo en casa

Además de lo señalado anteriormente, en las compras compulsivas se tiende a adquirir enseres sin una clara necesidad material o práctica para el afectado, en una cuantía o frecuencia claramente superior a la del resto de la gente, que muchas veces resulta en una acumulación excesiva e innecesaria de objetos (ropa, complementos, dispositivos electrónicos, materia
El Black Friday llega para quedarse, esta moda estadounidense se afianza en España por quinto año consecutivo en una guerra de descuentos entre los pequeños y grandes comercios que además de afectar a nuestro bolsillo, también puede afectar a nuestra

José Antonio Tamayo Hernández.    Psicólogo colegiado número : M-18960

2017-08-31T21:23:10+00:00

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