El trastorno obsesivo-compulsivo está considerado como un trastorno de ansiedad, en el que aparecen ideas obsesivas y compulsiones.
Las obsesiones se definen como:
– pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del trastorno como intrusos e inapropiados y causan ansiedad o malestar significativos.
– estos pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de la vida real.
– la persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos.
– la persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente.
Las compulsiones, por su parte, se definen como:
– comportamientos o actos mentales de carácter repetitivo que el individuo se ve obligado a realizar en respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que ha de seguir estrictamente.
– el objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales, es la prevención o reducción del malestar, o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos.
– sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales, o bien no están conectados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir, o bien resultan claramente excesivos.
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se presenta casi tan a menudo en varones como mujeres, si bien las mujeres presentan más rituales de lavado mientras los hombres muestran más lentitud compulsiva e ideas de contenido sexual. Parece que los hombres suelen tener un inicio más temprano del trastorno.
La frecuencia con la que se da el trastorno oscila entre el 0,1 y el 2,5 % de la población general, y entre el 1,5 y el 5% de la población clínica.
El inicio del TOC suele ser en la adolescencia y en el adulto joven, y el 60% de los casos presenta obsesiones y compulsiones múltiples. La forma de inicio suele ser insidiosa, aunque menos frecuentemente puede aparecer de forma aguda. Esto último es más frecuente en el caso de la limpieza compulsiva.
El inicio del trastorno suele empezar en la adolescencia o principios de la edad adulta. La mayor probabilidad para desarrollar el TOC es entre los 18 y 25 años.
La mayoría de las personas con TOC no identifican ningún acontecimiento desencadenante del cuadro. No obstante, las situaciones altamente estresantes y los acontecimientos que aumentan la responsabilidad personal del individuo pueden probabilizar la instauración del trastorno.
Tipos de obsesiones
El contenido de las obsesiones es muy variado, pero los más frecuentes son:
– contaminación (miedo a contaminarse y contagiarse de alguna enfermedad ante una situación que objetivamente no entraña peligro)
– sexual (ideas acerca de la posibilidad de llevar a cabo conductas sexualmente inapropiadas)
– religión (blasfemias, ideas de pecado, moralidad estricta…)
– agresión (miedo a hacer daño a los demás o a uno mismo)
– catástrofe (ideas sobre la posibilidad de que ocurra alguna desgracia de la que la persona sea responsable)
– orden (pensamientos de que las cosas deben guardar una estructura u orden determinados)
– acumulación (ideas sobre la conveniencia de guardar o atesorar objetos sin valor)
Como se ha dicho, estos contenidos no son racionales, es decir, no tienen una lógica o son claramente exagerados. Aunque la persona así lo entiende, no puede evitar sentir ansiedad, razón por la cual intenta reducir el malestar o la probabilidad de ocurrencia de lo que piensa a través de acciones como:
– lavarse con frecuencia (ante ideas de contaminación)
– comprobar o verificar que todo está correcto (revisar que se apagó el gas o la puerta, que se desenchufó un electrodoméstico, que todo permanece en el mismo orden…)
– rezar, confesar (en el caso de ideas de tipo religioso)
– repetirse que no es capaz de hacer nada malo a los demás y evitar enfrentarse a situaciones en las que la persona considera que existe una alta probabilidad de hacer algo.
¿Tiene tratamiento el trastorno obsesivo-compulsivo?
Claramente sí. Se ha avanzado mucho en los tratamientos eficaces para mejorar los síntomas del trastorno obsesivo compulsivo.
Las técnicas más eficaces son las que favorecen que la persona sea capaz de enfrentarse a las situaciones que teme, admita la aparición de las obsesiones, y elimine los intentos (compulsiones) de neutralizar las ideas y la ansiedad experimentada.
El tratamiento ha de seguir una estructura determinada y ajustarse a las características de la persona y de los síntomas que presenta. En algunos casos, se hace necesaria la terapia farmacológica, sobre todo con la administración de antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS)
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