Los seres humanos dependemos de los padres durante más tiempo que el resto de animales, la razón básica está en nuestro cerebro, cuya maduración requiere de un período más largo que el de otras especies. Así, por ejemplo, un bebé tarda algo más de un año en empezar a caminar, por lo que su supervivencia depende en extremo de la protección de sus cuidadores.
El caminar no es una habilidad innata que posea el bebé, sino que es el resultado de un aprendizaje. Un recién nacido sólo muestra un limitadísimo conjunto de capacidades si las comparamos con las que irá adquiriendo con el transcurso de los años. Y la mayoría de las habilidades están relacionadas con su supervivencia: succionar para poder alimentarse, llorar para atraer la atención de la figura del cuidador, o cerrar las manos para aferrarse a aquello que toca.
El bebé está en total indefensión y eso es consecuencia de un cerebro aún por formar. Pero esta circunstancia que puede parecer negativa a priori, en realidad es una gran ventaja, ya que el bebé será capaz de adaptarse mucho mejor al entorno y a las circunstancias cambiantes que cualquier otro animal cuyo cerebro ya está “programado” en el momento de nacer.
Relacionado con todo ello, veamos ¿Qué es la Estimulación Temprana? Tiene por objetivo aprovechar esta capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del cerebro en beneficio del bebé. Mediante diferentes ejercicios y juegos su intención es la de proporcionar una serie de estímulos repetitivos, de manera que se potencien aquellas funciones cerebrales que a la larga resultan de mayor interés.
La Estimulación temprana se emplea en niños de 0 a 6 años, para desarrollar sus capacidades cognitivas, físicas, emocionales y sociales. Cuando estimulamos a nuestros hijos les estamos presentando oportunidades para explorar, adquirir destrezas y habilidades de una manera natural y que puedan entender lo que sucede a su alrededor.
¿Cómo funciona la Estimulación temprana en niños sanos? Cada etapa de desarrollo necesita de diferentes estímulos que se relacionan directamente con lo que está sucediendo en el desarrollo individual de cada niño. Es muy importante respetar este desarrollo individual sin hacer comparaciones o presionar al niño.
El objetivo de la estimulación no es acelerar el desarrollo, forzando al niño a lograr metas que no está preparado para cumplir, sino el reconocer y motivar el potencial de cada niño en particular y presentarle retos y actividades adecuadas que fortalezcan su autoestima, iniciativa y aprendizaje.
Factores importantes para estimular adecuadamente. Al inicio las actividades se enfocan en reforzar el vínculo emocional, masajes y estímulos sensoriales, respetando el desarrollo natural del bebé, y el instinto natural de sus padres. Luego se inician actividades de motricidad gruesa, motricidad fina, concentración y lenguaje. Es muy importante cuidar y proteger la iniciativa, la independencia y la autoestima del niño durante todo su proceso de aprendizaje. Al mismo tiempo vale la pena tomar en cuenta factores importantes para lograr aprovechar los estímulos adecuados a los cuales nuestros hijos pueden estar expuestos.
Una de las formas en las que el niño aprende durante esta primera etapa es si está predispuesto a aprender y a asimilar nueva información, es decir, jugando.
El juego es la mejor manera de estimular a un niño.
Natalia Ortega de Pablo. Psicólogo colegiado número: M-18017
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