Cuando el bronceado nunca es suficiente

La continua exposición al sol no sólo conlleva riesgos dermatológicos, sino que también puede convertirse en una adicción que debe ser tratada por un psicólogo. ¿Acuden muchas personas a terapia por este motivo o realmente este trastorno aún no está diagnosticado médicamente?

El término “tanorexia” fue acuñado por dermatólogos estadounidenses para describir a un grupo de pacientes que acudían a sus clínicas con lesiones cutáneas causadas por la exposición prolongada a los rayos ultravioletas, y que, a pesar de ello y de presentar una tonalidad de piel muy bronceada, continuaban con las exposiciones.

La tanorexia no está recogida en los sistemas diagnósticos y clasificatorios de los trastornos mentales. Es, por tanto, un vocablo de argot, no una categoría diagnóstica. Aunque suele traducirse como “adicción al sol” o “adicción al bronceado”, etimológicamente este neologismo alude a la apetencia o tendencia (del griego orégo) al bronceado (del inglés tan). Es importante tenerlo en cuenta porque el fenómeno de la tanorexia está más próximo a los trastornos relacionados con la distorsión de la imagen corporal (ej. anorexia y bulimia nerviosa), que a las adicciones. Lo que se produce es una alteración en la percepción de la imagen corporal, en la que el afectado se ve más pálido, más blanco o menos moreno de lo que realmente está, y esto le lleva a prolongar sus exposiciones al sol o en cabinas de bronceado, con los riesgos que conlleva. Algo similar a lo que le ocurre a la persona que sufre anorexia, que sigue ayunando o realizando una actividad física vigorosa con el propósito de perder más peso, a pesar de hallarse extremadamente delgada.

Respecto a la extensión del problema, no tengo constancia de la existencia de datos acerca de la prevalencia y distribución de este problema en la población española. Si lo asimilamos al trastorno dismórfico corporal, que sería la categoría diagnóstica en la que podría encuadrarse, podemos afirmar que la incidencia es muy baja en la población general. Esta estimación parece corresponderse con la escasa demanda de atención psicológica por tanorexia, al menos en el ámbito privado.

 

 Según varios estudios, la incidencia de la tanorexia es más alta en mujeres de entre 25 y 35 años ¿Qué perfil psicológico suelen tener? ¿Por qué motivo aparece más en mujeres que en hombres?                                                                                                                                                                                                Algunas fuentes señalan que la tanorexia es más frecuente en mujeres que en hombres (quizás en un proporción de 3:1), sobretodo en el intervalo de edad que va desde los 25 a los 35 años. No obstante, también se han observado casos con 17 años.

No se ha descrito un perfil psicológico característico para la tanorexia. La razón del predominio en mujeres de 25-35 años probablemente se encuentre en factores socio-culturales, que pueden ejemplificarse en el modelo de belleza imperante en occidente desde finales del siglo XX, que enfatiza el valor de la delgadez y las tallas de ropa pequeñas, la proporción y simetría corporales, el bronceado de la piel, y los identifica con la salud física y con el éxito social.

Aunque en un primer momento las mujeres fueron las principales destinatarias de este canon de belleza social, en los últimos años se ha ido extendiendo también a los varones.

 

¿El trastorno de la tanorexia se asocia a otros trastornos psicológicos?  ¿Es habitual que el paciente tenga, por ejemplo, una autoestima baja o un trastornos de ansiedad? 

Entre los trastornos psicológicos que con mayor frecuencia podrían asociarse a la tanorexia, se encuentran el trastorno depresivo mayor, la fobia social, el trastorno obsesivo-compulsivo o, en casos más severos, el trastorno delirante de tipo somático. En este último, el afectado mostraría la convicción absoluta e incorregible de que su tonalidad de piel es muchísimo más clara de lo que es en realidad.

Por lo general, la persona con tanorexia está preocupada por el moreno de su piel, que tiende a infravalorar, lo que le genera mucha ansiedad, malestar e insatisfacción corporal. Para contrarrestarlo, se somete a numerosos baños de sol, exposiciones a rayos UVA u otros tratamientos cosméticos, que nunca llegan a producir el resultado deseado, lo que contribuye a minar su autoestima.

 

¿Podemos, por tanto, considerar la tanorexia una enfermedad? ¿Es más un trastorno psíquico que físico?

Podría entenderse la tanorexia como una variante o subtipo del trastorno dismórfico corporal (antes llamado dismorfofobia), que consiste en la preocupación exagerada por un defecto físico imaginado o, si es real, la preocupación resulta desproporcionada respecto a la realidad. Se trataría, por lo tanto, de un trastorno psicológico, no de una enfermedad médica, aunque suele estar acompañada de lesiones cutáneas u otras enfermedades dermatológicas derivadas de las exposiciones solares.

 

Como en cualquier adicción, ¿Existe peligro de recaídas desencadenas por factores externos (situaciones estresantes o acontecimientos traumáticos?

Sería inexacto considerar la tanorexia como una adicción, aunque la experiencia de «necesidad» con que lo vive la persona afectada y el carácter reiterado del comportamiento de búsqueda de bronceado puedan parecerse . Además de no mediar el efecto de ninguna sustancia, la característica principal de la tanorexia es la alteración de la percepción del color de la piel y la preocupación por alcanzar mayor bronceado, algo que no sucede en las adicciones.

Como en cualquier otro problema psicológico, la aparición de acontecimientos estresantes puede precipitar una recaída y el regreso a las pautas de comportamiento anteriores.

 

¿Qué importancia tiene combinar la terapia psicológica con el  tratamiento dermatológico para paliar los efectos nocivos del sol?

El tratamiento indicado para la tanorexia sería psicológico y/o psiquiátrico, mientras que el tratamiento dermatológico estaría reservado para prevenir, curar o paliar los efectos nocivos de la exposición de los rayos UV sobre la piel.

 

¿Qué tratamiento psicológico se aplica a un paciente con este problema? ¿Con qué frecuencia deben acudir a terapia psicológica?

Dependería de la orientación psicoterapéutica seguida. Desde un enfoque cognitivo-conductual, la intervención psicológica pasaría por restringir los comportamientos de exposición a los rayos UV, corregir la distorsión en la percepción corporal y cuestionar la importancia del aspecto físico en la valoración personal.

La frecuencia dependerá de las características y gravedad del problema presentado, aunque, en general, suele ser semanal, reduciendo la frecuencia conforme van alcanzándose los objetivos y la mejoría.

 

¿En qué momento debemos plantearos acudir a un psicólogo?

Como norma general, cuando la preocupación por el bronceado de la piel empieza a ocasionar un malestar significativo, interfiere con el funcionamiento social, laboral o personal del individuo, o cuando lo aconseja el médico.

 

José Antonio Tamayo Hernández.    Psicólogo colegiado número: M-18960

2017-10-25T21:20:17+00:00

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