¿En qué consiste?
El Síndrome o trastorno de Tourette (ST) debe su nombre al neurólogo francés Gilles de la Tourette, quien en 1885 describió varios casos con una rara afección que presentaban tics múltiples, coprolalia (decir involuntariamente palabras soeces) y ecolalia (repetir de manera involuntaria palabras que otra persona está diciendo).
Se define por la presencia de múltiples tics motores y al menos 1 tic vocal, que comienzan antes de los 18 años y persisten durante más de 1 año, aunque estos tics no tienen necesariamente que aparecer a la vez ni mostrarse juntos. Un tic es un movimiento o una vocalización brusca, rápida, repetitiva, de intensidad variable y sin ritmo, que no se realizan de forma voluntaria. Pueden ser simples o complejos, en función del número de músculos o sonidos que implican, e incluir cualquier parte del cuerpo y vocalizaciones posibles. Algunos ejemplos son los siguientes:
- Tics motores: muecas, parpadeo, movimiento de ojos, torsión del cuello, encogerse de hombros, estirar o doblar el brazo, golpear con alguna extremidad, tocar, saltar, oler o lamer objetos, realizar gestos obscenos inadecuados (copropraxia), imitar los movimientos que hace otra persona (ecopraxia), escribir o dibujar expresiones obscenas (coprografía).
- Tics vocales o fónicos: carraspear, resoplar, sorberse la nariz, gruñir, coprolalia, ecolalia.
Además de su forma de presentación, los tics varían enormemente según la persona afectada tanto en número (desde 3-4 a grupos de tics múltiples), como en frecuencia (de ocasional a constante), intensidad (de leve a grave); y por la posible presencia simultánea de otros problemas psicológicos, de los que más adelante se hablará. Es típico que estas características de los tics cambien con el paso del tiempo.
De todos estos tics, uno de los más populares, aunque inmerecidamente, es la coprolalia. Emitir palabras malsonantes u obscenidades de forma inadecuada e involuntariamente tan sólo se produce en el 10-15% de los afectados. Cuando aparece, suele iniciarse aproximadamente a los 15 años, con posterioridad a otros tics motores y vocales, siendo infrecuente en niños y en casos más leves. No debe confundirse este síntoma con la producción intencionada de palabrotas o lenguaje obsceno en un contexto social, que también pueden realizar las personas con y sin ST.
Inmediatamente antes de la emisión del tic, suelen experimentarse intensas sensaciones molestas y desagradables denominadas “tics sensoriales” o “sensaciones premonitorias”. Dichas sensaciones son físicas y se localizan generalmente alrededor de la zona corporal donde se produce el tic. Quienes lo experimentan las describen como si fuera un incómodo hormigueo, cosquilleo o tensión interna, que desaparece al realizar el movimiento del tic, volviendo a aparecer posteriormente.
Aunque los tics se han definido como involuntarios, la persona afectada puede suprimirlos a voluntad durante períodos de tiempo variables, a expensas de soportar una importante tensión interna (los anteriormente denominados “tics sensoriales”). Es lo que ocurre normalmente cuando se encuentran en presencia de desconocidos o en lugares en los que los tics puedan hacerles sentir avergonzados (p. ej. el colegio o el trabajo), aunque en estos casos lo que ocurre es que se posponen a un lugar o momento más apropiado en que poder descargarlos. Algunos pacientes lo comparan con la necesidad de rascarse cuando se está teniendo un picor continuo que no desaparece: pueden no rascarse si se lo proponen, pero como el rascado produce alivio, acaba por repetirse tanto que se termina por realizar de forma casi automática.
¿Cuándo aparece?, ¿cómo se desarrolla?
La edad a la que se inicia este problema se suele situar entre los 5-7 años. Es habitual que los primeros tics en aparecer sean los motores simples, como el parpadeo, poner los ojos en blanco o torcer la boca; y que con el paso de los años vayan apareciendo otros tics más complejos. Los tics vocales suelen aparecer más tarde que los motores, como a los 11 años, y también al principio adoptan formas simples como carraspear o sorberse la nariz. Entre los 10-12 años empeoran, y suelen disminuir a partir de los 18 años, aunque son crónicos y persisten durante toda la vida.
Es común que los tics se muestren en forma de brotes o rachas que pueden durar de días a años, siendo característico que fluctúen en función de diversos factores. Así, suelen incrementarse bajo estados de tensión, estrés, excitación emocional y fatiga; mientras que con frecuencia disminuyen o desaparecen mientras se hace deporte, se conduce o se realiza una tarea que requiere gran concentración. En todos los casos, los tics no aparecen durante el sueño.
¿A cuántas personas afecta?
El ST sigue siendo un problema de aparición poco frecuente en la población general, pues se calcula que afecta aproximadamente a un 1%, con cifras similares en distintas partes del mundo, y en una proporción superior en varones que en mujeres (3 o 4 veces más frecuente en ellos que en ellas). Estos datos hacen sospechar que el trastorno es relativamente independiente de la cultura en que vive el afectado, y que las bases genéticas del mismo pueden ser importantes para comprender su origen.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es básicamente clínico, es decir, se realiza a partir de la historia clínica del paciente en la que se recoge información relacionada con el comienzo de los tics, su evolución, así como de otros síntomas asociados y posibles antecedentes familiares. En algunos casos, la evaluación puede complementarse con una exploración neurológica de los nervios y reflejos musculares, y un examen del estado mental, para poder así descartar la presencia de una enfermedad neurológica o de psicopatología.
¿Qué otros problemas psicológicos pueden acompañar?
Entre los problemas psicológicos que con más frecuencia se relacionan con el ST y se presentan en la mayoría de los afectados (90%), estarían:
- Obsesiones: lo más característico es que versen sobre la simetría, contar mentalmente, o sobre escenas violentas o de contenido sexual. Conviene aclarar que las obsesiones son pensamientos, imágenes o impulsos molestos, que la persona experimenta como invasivos e inapropiados, y que rechaza tratando de quitárselos de la cabeza.
- Compulsiones: conductas relacionadas con colocar objetos de manera simétrica o nivelada, ordenarlos o alinearlos, y hacer las cosas rígidamente de una misma manera. Repárese aquí en que las compulsiones son comportamientos o actos mentales que la persona siente necesidad de hacer en respuesta a una obsesión para liberarse del malestar que le producen, siguiendo ciertas reglas particulares y de manera recurrente.
- Déficit de atención con hiperactividad: escasa concentración, dificultad para mantener la atención durante períodos prolongados, abundantes despistes o errores por descuido, incapacidad para permanecer quieto o tranquilo, precipitación al dar respuestas.
- Conductas autolesivas: golpearse la cabeza contra algo, darse puñetazos en el cuerpo, abofetearse o golpearse con objetos duros. Estas conductas se asemejan a las compulsiones en cuanto a sentir la necesidad de llevarlas a cabo para reducir el malestar.
- Déficits neuropsicológicos: dificultades para planificar, organizar y secuenciar tareas e inhibir acciones (función ejecutiva), dificultades de memoria, dislexia (suprimir o leer en orden distinto o inverso las letras de las palabras), dispraxia (alteración en la coordinación de las movimientos necesarios para realizar una acción, sin que exista un problema sensorial ni motor).
- Problemas de conducta: molestar deliberadamente a los demás, discutir en exceso sin motivo aparente o en respuesta a provocaciones menores, oposición a cumplir con normas y peticiones, mostrarse muy despreciativo y vengativo hacia los demás.
- Depresión
¿Cuál es la causa?
Actualmente se desconoce qué causa el ST, aunque todos los datos disponibles sugieren que la causa es fundamentalmente hereditaria, en la que intervendrían varios genes (poligénica). No obstante, aún no se han identificado de manera concluyente los genes responsables ni se dispone de una prueba genética que pueda detectar el trastorno. Se ha postulado la posibilidad de que exista una predisposición a desarrollar la enfermedad inducida por la presencia de ciertos genes, que podrían determinar su expresión si se dan otros factores concurrentes (como infecciones, autoinmunidad, complicaciones durante el embarazo, bajo peso al nacer, exposición a ciertas hormonas).
Estudios de laboratorio han hallado alteraciones en determinadas áreas cerebrales (núcleo caudado de los ganglios basales, córtex cingulado anterior y tegmento del mesencéfalo), así como desequilibrios en algunos neurotransmisores (dopamina y serotonina, fundamentalmente).
¿Hay tratamiento?
Respecto al tratamiento del ST, se disponen en la actualidad de tratamientos eficaces y seguros que ayudan a reducir los síntomas, a mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen, y a ayudarles a adaptarse viviendo con el trastorno. Por supuesto, que el tratamiento estaría indicado en aquellas personas para las que los tics y los problemas asociados supongan un considerable malestar o dificulten su vida cotidiana. Muchos pacientes de ST presentan una afectación leve y llevan una vida plenamente adaptada sin mayores complicaciones. Los tratamientos disponibles incluyen intervención psicológica (técnicas conductuales) y psicofármacos, que deberá valorar el especialista correspondiente (psicólogo y psiquiatra o neurólogo) según la sintomatología presentada y las características de cada paciente.
¿Se puede tener éxito teniendo ST?
Rotundamente sí. Contemos con el ejemplo de algunas personas famosas que han tenido o tienen el ST, como son: Guillermo de Orange (rey de Inglaterra), Pedro el Grande (zar ruso), Napoleón Bonaparte (emperador de Francia), Léon Tolstoi (escritor ruso), o Tim Howard (portero de fútbol profesional).
José Antonio Tamayo Hernández. Psicólogo colegiado número: M-18960
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