¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES EL DUELO?

 

En esta entrada vamos a hablar de un proceso por el que a nadie le gusta pasar, un proceso que, de hecho, se quiere evitar y retrasar todo lo posible. A pesar de ello, forma parte de la vida, y tarde o temprano todos nos terminamos encontrando con él. Este proceso es el duelo.

Primero, vamos a empezar definiendo qué es el duelo, puesto que muchas veces se tiende a confundir con patologías depresivas. Sin embargo, el duelo es un proceso normal que vivimos ante una situación de pérdida. Esta pérdida no tiene por qué ser necesariamente el fallecimiento de algún ser querido, también se dan duelos ante la pérdida de un trabajo o tras la ruptura con la pareja. Es un proceso natural, caracterizado, como su nombre indica, por el dolor. En el duelo también son frecuentes la inestabilidad emocional, con oscilaciones frecuentes entre diferentes emociones y una alta intensidad de éstas.

Por tanto, el duelo no es una enfermedad. No es una depresión, con la que muchas veces se confunde. Aunque en el duelo sí se den muchos síntomas depresivos, como tristeza, apatía, anhedonia, enlentecimiento motor, problemas de memoria, etc.

En el duelo también son característicos síntomas físicos o somatizaciones, como fatiga, problemas gastrointestinales, náuseas, cefaleas y dolor muscular. A nivel cognitivo se pueden dan pensamientos obsesivos e intrusivos por la persona fallecida, sensación de presencia del fallecido e incluso alucinaciones visuales o auditivas de la persona fallecida (por ejemplo, “creer ver” al ser querido fallecido). Por último, también son frecuentes la falta de apetito, problemas de sueño y el aislamiento social.

En otro post anterior ya hablamos sobre las diferentes fases del duelo, descritas por la psiquiatra Elizabeth Kübler-Ross. No obstante, haremos un breve repaso de todas ellas:

  • Fase de Shock: Esta fase se produce tras el anuncio de la pérdida y se caracteriza por la falta de reacción (no hay llanto, ni expresión emocional). Suele ser la fase más corta de las fases del duelo. Esta fase se ve influida por el tipo de fallecimiento del ser querido. Por ejemplo, el shock inicial no es el mismo ante el fallecimiento tras una larga enfermedad terminal, que ante un fallecimiento repentino en un accidente.
  • Fase de Negación: Se niega la realidad de la pérdida. Así, en esta fase suelen ser frecuentes los siguientes pensamientos: “no puede ser”, “cuando llegue a casa le voy a ver”, “va a estar ahí”, etc.
  • Fase de Rabia o de Ira: Esta fase se caracteriza por un estado de irascibilidad y de enfado hacia las personas de nuestro entorno. También puede darse este sentimiento de enfado hacia la persona fallecida (enfado por “haberse ido”).
  • Fase de Depresión: Como se ha comentado anteriormente, en esta fase se producen los síntomas depresivos, que se pueden confundir con un trastorno depresivo mayor. Esta fase suele ser la más larga del duelo. Ya no hay rabia ni ira, sino tristeza, porque se empieza a aceptar la pérdida.
  • Fase de Aceptación: En esta última fase, se produce la aceptación de la realidad de la pérdida. No es tanto superar la pérdida, sino aprender a vivir con ella. Algunos expertos en esta área suelen decir que se llega a esta fase cuando el recuerdo del ser querido produce emoción en vez de solo tristeza.

Estas fases del duelo no son lineales, es decir, no tienen por qué darse en este orden ni tampoco hay un tiempo determinado para cada una.

Suele decirse que el tiempo lo cura todo, sin embargo, para William Worden el tiempo no es el único factor que nos ayuda a pasar por un duelo. Para este autor, el duelo no es simplemente dejar pasar el tiempo, sino un proceso activo donde el doliente debe realizar una serie de tareas para superar este proceso de una forma adaptativa. Estas tareas son las siguientes:

  • Aceptar la realidad de la pérdida. Aunque parezca evidente, esta tarea resulta básica para seguir con el proceso de duelo. Una forma de expresión de esta aceptación es hablar en pasado sobre la persona fallecida (“mi hijo estudiaba” en vez de “estudia”).
  • Trabajar la expresión emocional y el dolor de la pérdida. En todo duelo también es fundamental que el doliente identifique, reconozca y exprese sus emociones y su dolor, sin tratar de evitarlos. Esto es así porque la evitación puede funcionar a corto plazo, alejándonos del dolor y de estas experiencias aversivas, pero a largo plazo puede desencadenar en un duelo no resuelto y conllevar problemas serios de salud. Por ello, la expresión emocional es una tarea imprescindible en todo duelo.
  • Adaptarse a un medio en el que el ser querido ya no está. Esta tarea consiste en aceptar el mundo sin el ser querido perdido. Aprender a vivir con la ausencia del ser querido y retomar las actividades cotidianas.
  • Recolocar emocionalmente al ser querido. Ser capaz de sentir emociones positivas ante el recuerdo del ser querido (por ejemplo, emoción ante los momentos vividos juntos) y poder continuar con la vida de una manera satisfactoria, en consonancia con nuestros valores.

Como se ha comentado previamente, el duelo no se da únicamente ante el fallecimiento de seres queridos, por tanto, estas tareas también se deben dar en los duelos producidos por otros tipos de pérdida, como una ruptura o divorcio.

Aunque el duelo es un proceso normal, sí puede terminar derivando en un duelo patológico cuando los dolientes no procesan adecuadamente alguna de las fases y/o tareas descritas. Esto da lugar a un duelo no resuelto, que impide que la persona continúe con su vida sin que la pérdida interfiera en ésta de manera significativa, sintiéndose desbordada y acudiendo incluso a conductas desadaptativas y nocivas para su salud, como el consumo de sustancias. Algunos síntomas que permiten identificar un duelo patológico son los autorreproches constantes y un sentimiento de culpa por la muerte del ser querido que se prolonga en el tiempo (pensar que su muerte es por nuestra responsabilidad, no haber hecho lo suficiente para evitarla, etc.). En este tipo de duelos también pueden aparecer pensamientos y deseos de muerte recurrentes, para así poder reunirse con el difunto. Por último, también se puede dar el consumo de sustancias previamente mencionado.

La terapia psicológica permite acompañar a las personas en este proceso, sea un duelo normal o un duelo patológico, ayudando a procesarlo de una forma más adaptativa y a reorientar la vida a través de la aceptación y la acción orientada a valores.

 

Inés Laso Castelo

Graduada en Psicología

By | 2021-03-12T10:36:06+00:00 marzo 12th, 2021|Blog|0 Comments

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