Durante los últimos años, la psicología y el cuidado de la salud mental han ido ganando terreno y presencia en nuestra sociedad y hoy en día son muchas las personas que dicen abiertamente ir al psicólogo/a. No obstante, aún son muchos los mitos, miedos y dudas que existen en torno a la Psicología y a nuestra profesión. Por ello, este post está dedicado a resolver los mitos más frecuentes que he tenido la oportunidad de oír en muchas conversaciones, tras contarle a una persona que he estudiado Psicología.
- “Yo no creo en la Psicología”
Aunque a algunos os pueda sorprender, esta respuesta es bastante común. Por ello, lo primero que debo resaltar es que la psicología no es una religión y, por tanto, no es una cuestión de fe. La Psicología es una ciencia, que pertenece a la rama de ciencias de la salud al igual que la Medicina, la Enfermería o la Fisioterapia. Es la ciencia que estudia el comportamiento humano y, como ciencia, se basa en el método científico, con previo establecimiento de hipótesis, años de estudios, ensayos e investigaciones para asegurar que sus métodos poseen validez empírica. Decir que no crees en la Psicología es como decir que no crees en la Medicina, algo que supongo que nadie se plantea.
- “Yo no estoy tan mal como para ir a un psicólogo/a”
Frente a la creencia popular, al psicólogo/a no van únicamente las personas que tienen algún tipo de trastorno mental grave ni tampoco hay que esperar a verse desbordado para acudir a terapia. Al psicólogo/a van las personas que, en primer lugar, son conscientes de que tienen un problema y quieren resolverlo. Y, creedme, este es un gran acto de valentía. Estos problemas pueden abarcar o afectar a diferentes ámbitos: familia, pareja, trabajo, relaciones sociales, etc. Cuando una persona decide acudir a un psicólogo/a, es porque percibe que su forma de gestionar estos problemas está afectando a su salud emocional, a sus relaciones con otras personas y con su entorno; e incluso a su salud física, con manifestaciones tales como: fatiga y agotamiento, dolor de cabeza, taquicardia, molestias intestinales o tensión muscular, entre otros. Como he comentado anteriormente, no hace falta esperar a verse desbordado por los problemas, como en cualquier problema, una detección y actuación precoz facilita su solución.
- “Los psicólogos/as te dicen qué hacer”
Muchas personas consideran que ir al psicólogo/a es ir a sentarte durante una hora a escuchar una especie de “sermón” o “regañina” en la que el psicólogo/a nos dice lo que hacemos mal, nos aconseja y nos dice cómo debemos actuar. Sin embargo, como en los casos anteriores, esto no es así. En terapia, el cambio no surge a raíz del psicólogo/a, sino del cliente. La figura del psicólogo/a no es una figura impositiva, que, desde su autoridad como profesional, nos dice qué hacer y nos da consejos, sino que es una figura de guía, un apoyo seguro en el camino que nos ofrece herramientas para aprender a gestionar mejor nuestros problemas, pero el aplicar esas herramientas y el cambio de conducta es obra y mérito del cliente y de su proceso de “darse cuenta”.
- “Me da vergüenza abrirme y contarle mis problemas a un desconocido”
Esto más que un mito es un miedo que algunas personas pueden sentir al plantearse acudir a terapia. Es un miedo normal, porque al fin y al cabo vas a abrirte y a contar tus problemas a una persona que no conoces, pero no hay que olvidar que esa persona es un profesional formado, precisamente, en trabajar y ayudar a solucionar problemas como los tuyos. Del mismo modo que no da vergüenza ir a un examen médico porque sabemos que parte del trabajo de los médicos es observar cuerpos desnudos, tampoco debe dar vergüenza hablar de tus problemas psicológicos a un psicólogo/a.
- “El psicólogo/a va a juzgarme” o “Va a pensar que mi problema no es tan importante”.
Este es otro miedo muy relacionado con el anterior. No obstante, un psicólogo/a nunca va a quitar importancia a tu problema, ni a intentar “animarte” con frases como: “¡venga hombre, si hay gente que está mucho peor que tú!”. Si tu problema te causa malestar, entonces es importante para ti y, por ende, también lo va a ser para tu psicólogo/a, que siempre va a buscar tu bienestar.
- “La mejor terapia es un amigo y un café”
Volviendo a los mitos, ninguno dudamos de los efectos positivos que tiene el pasar tiempo con amigos y tener una red social sólida que te brinde su apoyo. Pero los amigos no cumplen el mismo papel que un psicólogo/a y, frente a otra creencia popular que determina que hacer terapia es algo fácil que cualquiera puede hacer, requiere años de estudio y de formación. De hecho, un psicólogo/a nunca deja de aprender y debe estar renovando y reciclando constantemente sus conocimientos. Por tanto, un amigo no te va a poder ofrecer una terapia psicológica (a no ser que tengas un amigo que sea psicólogo/a, pero incluso en este caso nuestro código deontológico no nos permite hacer terapia con familiares y amigos, así que, lo siento, este amigo tampoco valdría). Un amigo puede aconsejarte, decirte qué deberías hacer o intentar “quitarle hierro” a tu problema para animarte, pero como he comentado antes, el papel del psicólogo/a no es este y ningún amigo lo puede sustituir. No obstante, los amigos pueden ser una gran fuente de ayuda cuando se sufre por un problema psicológico, y ese café, aunque no sustituya a una terapia, puede ser también de gran ayuda. Una ayuda diferente, pero también una ayuda.
- “Mis problemas me los soluciono yo, no me hace falta ir a un psicólogo/a”
Para muchas personas, acudir al psicólogo/a es sinónimo de debilidad. Significa que eres incapaz de solucionar tus problemas y de tomar las riendas de tu vida. Para aquellas personas que estéis leyendo esto y también penséis así, dejad que os diga dos cosas:
- Sí, ir al psicólogo/a es aceptar que necesitas una ayuda para gestionar un problema que se te escapa de las manos.
- No, pedir ayuda no es cosa de débiles, al contrario, es un acto de valentía.
Como he comentado antes, ir al psicólogo/a es aceptar que tienes un problema que te causa malestar y querer solucionarlo. Es dar la cara a ese problema, enfrentarte a él, ponerle nombre y un remedio en lugar de seguir tapándolo. Es entender lo que te sucede, entenderse a uno mismo y aprender a aceptarse. Y esto es un acto que sólo las personas valientes están dispuestas a realizar.
- “¿Me estás psicoanalizando?”
Quizás esta es una de las respuestas que más he oído cuando le he contado a alguien nuevo a qué me dedico. Pero siento deciros, que no: por mucho que un a un psicólogo/a le pueda gustar su profesión, no vamos con una libreta mental ni estamos analizando todo constantemente. Al igual que un arquitecto no está pensando constantemente en construir edificios cuando está fuera de su horario de trabajo. Además de psicólogos/as, somos personas y, como todos, separamos la vida profesional de la personal.
(Por cierto, tampoco leemos la mente)
- “¿Qué diferencia hay entre un psicólogo/a y un psiquiatra?”
Esta es una duda frecuente entre las personas que se están planteando recurrir a un profesional en salud mental, pero no saben si acudir a un psicólogo/a o a un psiquiatra porque no consiguen diferenciarlos bien. La Psiquiatría es una especialidad de la Medicina, como también lo son la Cardiología o la Neumología. Por tanto, el psiquiatra es un médico que ha elegido esta especialidad, centrada en el estudio de los trastornos mentales. Como médico, está capacitado para recetar medicamentos (psicofármacos): antidepresivos, ansiolíticos, antipsicóticos, etc.; al contrario que el psicólogo/a, que no posee dicha capacidad. Al ser disciplinas diferentes, poseen enfoques también diferentes. Así, el psiquiatra sigue un enfoque médico y fisiológico, centrado en la receta de los medicamentos antes mencionados, mientras que el enfoque psicológico se centra en el análisis del comportamiento y de los procesos mentales fruto de las interacciones entre la persona y su contexto. No obstante, en muchos casos el psicólogo/a y el psiquiatra trabajan de forma conjunta, cooperando y colaborando entre ellos para conseguir el mejor tratamiento, puesto que son más las semejanzas que los unen que las diferencias que los separan.
Respecto al uso de psicofármacos, este es otro tema que merecería otro post aparte, porque son muchos los mitos, miedos y estigmas que existen en torno al uso de estos medicamentos. Sin embargo, en muchos casos resultan muy beneficiosos y necesarios.
- “¿Qué diferencia hay entre un psicólogo/a y un coach?”
Terminamos este post con esta última duda, puesto que cada vez es más frecuente debido al auge del Coaching. Al igual que ocurre con la psiquiatría, la Psicología y el Coaching son dos disciplinas distintas, aunque poseen ciertos rasgos en común. El Coaching es un proceso que persigue el desarrollo profesional y personal de la persona que lo recibe (coachee), alcanzando alguna meta o desarrollando habilidades específicas. Esta diciplina donde más eficaz se muestra es en el ámbito empresarial (Coaching ejecutivo), para, por ejemplo, lograr el cumplimiento de objetivos o mejorar las habilidades de liderazgo de puestos directivos. Existen coach que además son psicólogos/as que han decidido especializarse en este ámbito, pero otros muchos se han formado únicamente en el Coaching a través de cursos u otras formaciones. No obstante, el Coaching, aunque trae también beneficios personales, no puede reemplazar a la terapia psicológica.
Espero que este post haya servido para aclarar las dudas de los lectores e incluso pueda animar a algunos a dar el paso y empezar a acudir al psicólogo/a, normalizando el hecho de ir a terapia.
Del mismo modo, es importante también normalizar conversaciones sobre nuestra salud mental. Hablar de nuestros problemas psicológicos no debería ser un tabú, al igual que ir al psicóloga no debería ser algo que tengamos que esconder, de la misma forma que no ocultamos las citas con el dentista o el podólogo/a.
Inés Laso Castelo
Graduada en Psicología
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