LA PANDEMIA EMOCIONAL

Últimamente tenemos mucha información de cómo puede afectar esta segunda ola de la COVID-19 a nuestra salud física, a nivel económico y/o social, de si nos permitirán o no salir de un distrito determinado, de si podremos ir normalizando nuestras vidas, pero, y la salud mental?

La salud mental es la gran olvidada, poco se está hablando de la repercusión que puede tener a nivel emocional la pandemia. Ya desde el inicio se dejó de lado y, únicamente se hacía referencia a esta cuando hablábamos de los sanitarios y de las presiones que sentían debido al desbordamiento que sufrieron y de los demás trabajadores que durante la pandemia siguieron trabajando.

Desde la clínica venimos observando, a partir de la finalización del estado de alarma, un aumento en trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastornos obsesivos, así como una sensación de malestar generalizada. También los pacientes nos cuentan que se ven envueltos en un estado de desidia y agotamiento.

Los pequeños de las casas también comienzan a mostrar este tipo de sintomatología, ya que desde el comienzo del curso se les han vetado juegos, se sienten encarcelados en los recreos, donde únicamente cuentan con rectángulos parcelados en los que jugar. Así mismo, a muchos se les ha separado de sus amigos y únicamente se les permite relacionarse con su clase.

¿Por qué no se le da la importancia que requiere a la salud mental? La pandemia no solo afecta a nuestro bienestar físico. Si bien es cierto que durante la pandemia parte de la población ha comenzado a realizar más ejercicio, también hay que destacar que se ha descuidado el bienestar emocional.

De cara a estos últimos meses los datos registrados en el teléfono de la esperanza (717 00 37 17) han registrado un 50% más de llamadas que en el mismo período del año pasado. En la sociedad actual observamos la tendencia en aumento del culto al cuerpo, ¿por qué si cuidamos nuestro físico no le dedicamos el mismo tiempo a nuestra salud mental?  “Mens sana in corpore sano”. Detrás de gran parte de estas llamadas encontramos a personas que han sufrido alguna pérdida durante la pandemia, que han perdido su empleo, la incertidumbre socio-económica, el aumento de los divorcios y la sensación de soledad.

Sería interesante que los que nos gobiernan prestasen atención a la población quien, en su mayoría, está acatando las normas y se encuentran en un estado emocional inestable que es probable que a principios/mediados de enero comience a dar la cara.

 

Rocío Perera Romero

Psicóloga general sanitaria col. nº: M-32365

 

 

 

 

 

By | 2020-12-04T10:59:23+00:00 diciembre 4th, 2020|Blog|0 Comments

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