Cuando una persona decide acudir a terapia es porque necesita ese apoyo externo para superar un problema. Seguramente lleve tiempo con él, o haya intentado antes otras posibles soluciones que no han funcionado. Sin embargo, una vez iniciada la terapia, la falta de adherencia al tratamiento es uno de los mayores riesgos. Es importante que la persona que ha ido a pedir ayuda entienda que también va a requerir de una gran implicación por su parte para seguir las pautas y participar de su propia mejoría.
Si la persona abandona el tratamiento antes de tiempo, o no está cumpliendo con las tareas que se le piden, aparecen varias consecuencias negativas:
- Gasto de recursos: hay un gasto tanto de recursos humanos por parte del profesional que está haciendo un esfuerzo sin resultado, como económico para la persona que no está logrando sus objetivos.
- Posible aumento del malestar: es posible que la persona, al ver que no hay mejoría, tenga una sensación añadida de malestar.
- Sensación de ineficacia: la persona que no ve mejoría y termina abandonando el tratamiento alberga la sensación de que la terapia ha sido un total fracaso.
Por tanto, una tarea añadida del psicólogo es desarrollar una serie de medidas para que la persona no abandone el tratamiento prematuramente y decida seguir las pautas indicadas, es decir, fomentar esta adherencia al tratamiento.
Pero, ¿cómo podemos conseguir que la persona se comprometa? Aunque es algo que no está del todo en manos del profesional, sí que hay una serie de medidas que se han demostrado eficaces para ganarse su confianza y fomentar una buena alianza terapéutica:
- En las primeras sesiones es muy importante dar espacio para que la persona pueda hablar libremente y expresar todas sus dudas. No juzgar ni confrontar de primeras sus actitudes o miedos. A su vez, es imprescindible resolver todas esas dudas que se planteen en cuanto al tratamiento y a su problemática. Todo esto generará un ambiente de confianza muy positivo para la persona que solicita ayuda.
- Establecer una relación colaborativa profesional-paciente, donde el primero favorezca la autonomía del segundo. Es importante transmitir la idea de que la persona no es un sujeto pasivo en la terapia y que, a pesar de contar con todo el apoyo del profesional, tendrá que ejercer un rol activo en la búsqueda de su mejoría.
- Presentar la terapia como una ayuda para mejorar su bienestar general, para que, más allá del problema principal, sepa que puede mejorar su estilo de vida. De esta manera, en caso de que la persona vea la terapia como algo negativo asociado a su problema, ayudaremos a que la pueda relacionar con una visión más positiva y beneficiosa.
- Utilizar mecanismos que fomenten la motivación al ver que se van consiguiendo pequeños logros antes de llegar a solucionar por completo el problema principal. Similar, por ejemplo, a las economías de fichas que se aplican con los niños en casa o el colegio.
En general, es fundamental escuchar y empatizar con las reticencias que puedan existir hacia la terapia e ir desmontándolas poco a poco mediante la aplicación de estas medidas. Fomentando la adherencia al tratamiento conseguiremos un paciente implicado y una mayor eficacia de la terapia.
Escarlata Patier Llop
Psicóloga general sanitaria col. nº: m-34.027
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