En el artículo anterior exponíamos lo que era la esquizofrenia grosso modo. Hablamos sobre su sintomatología y su incidencia, sin olvidar que es probablemente una de las enfermedades mentales más estigmatizadas de la historia.
Hoy vamos a hablar sobre dicho estigma y su repercusión a nivel del individuo que padece esta enfermedad, a nivel de su entorno cercano y a nivel social.
En primer lugar, la esquizofrenia como etiqueta diagnóstica ya posee su propio estigma, porque está relacionada por convencionalización del lenguaje con la locura. Y esto ya pone de manifiesto que cualquier persona a la que le sea entregada esta etiqueta automáticamente pasará a estar posesión de esa otra. Esto ya sitúa al individuo en una posición de vulnerabilidad frente al resto de personas e incluso de enfermos mentales.
Porque las particularidades de su enfermedad le convierten en alguien peligroso, tanto para sí mismo como para su entorno. Y claro eso no es aceptable en nuestras sociedades del bien estar social. ¿Pero es este hecho suficiente para encasillar a alguien como un loco de por vida, o para limitar su capacidad de vivir y relacionarse? Es cierto que la esquizofrenia debe ser atendida de forma muy rigurosa y con un plan de intervención multidisciplinar que incluya un tratamiento farmacológico, terapéutico y social en continua revisión y supervisión para manejar los síntomas y cambios en el individuo. Pero también es cierto que con este tipo de intervención se puede conseguir una integración del individuo en sociedad.
Por otro lado, su familia y entorno, qué también están expuestos a este estigma. Se ven influenciados directa o indirectamente por todo lo que conlleva la enfermedad de su amigo, o familiar. Y la sociedad en la que vivimos y nos desarrollamos que “integra” a las personas con dificultades, pero que no tiene ningún reparo en consentir que palabras como locura vayan seguidas de esquizofrenia o psicosis. Lo que facilita que el resto de la sociedad no pueda normalizar lo que supone la sintomatología positiva de una persona con esquizofrenia o el tratamiento psicofarmacológico de ésta y sus consecuencias. Con todo el coste de no poder normalizar dicha sintomatología a nivel social en términos por ejemplo económicos, para los países.
¿Qué opináis vosotros sobre la situación a la que se enfrentan todas las personas con esquizofrenia?
Jorge Bermejo Rodrigo
Psicólogo sanitario col M-33.477
Leave A Comment