Érase una vez, una preocupación. Una duda, una pregunta. Quizás esa indeterminada sensación de miedo. La ansiedad surge de la confusión de no saber qué nos está molestando. Si será algo en el ambiente, en los demás, o incluso en ti. ¿Quizás esté por todas partes? Con frecuencia es complicado situar esta difusa inquietud, pero necesario para poder emprender los pasos que llevan a encontrarte mejor y, en definitiva, seguir el camino de baldosas amarillas para ganar una mente, un corazón o un valor nuevo.
A la hora de enfrentarse a la ansiedad, realizaremos un ejercicio de localización, como si el cuerpo simbolizara un mapa. Atender a las sensaciones corporales, por ejemplo, cuando nos resulta complejo el manejo de nuestras emociones, posibilita centrar la atención en aquellos lugares donde se encuentra el malestar. Seguiremos el mapa trazado situando el dolor o la incomodidad allí donde lo notamos.
Después de realizar esta práctica, intentaremos dar respuesta a si esa inquietud se vive de forma ocasional o si creemos estar en constante peligro, sobre todo para ser capaces de resolver con mayor precisión. Para ello, accionaremos el mecanismo de la brújula, que representa nuestra atención, reparando esencialmente en los objetivos propios y trataremos de silenciar el ruido que proviene de circunstancias externas. A estas últimas las llamaremos otros accidentes geográficos, que con frecuencia se convierten en distractores para la consecución de nuestras metas, y por lo que necesitamos orientar de nuevo la brújula hacia el Norte, o lo que sería el lugar adonde queremos llegar.
A veces esas circunstancias camuflan el recorrido al Norte, haciendo que parezca que nos hemos perdido, que el final que buscamos es inaccesible. Con la ayuda de la terapia psicológica se puede aprender a centrar la atención en lo que realmente se quiere alcanzar a pesar de o junto a esos accidentes geográficos del entorno. En ocasiones puede que seamos nosotros quienes impidamos nuestro propio progreso y, en otras, se sumarán determinadas personas a quienes se deja entrar de forma transversal al crecimiento personal, o tal vez debido a esto mismo, y que se encuentran en un momento distinto de su desarrollo, perjudicando continuar en pos del objetivo.
En síntesis, para avanzar, es esencial reconocer qué es lo que está entorpeciendo llegar a una meta importante para nosotros. Antes de señalar un elemento externo, es preciso distinguir los componentes que sí se pueden controlar por nuestra parte, que no constituyen eventualidades, sino actitudes dirigidas por nuestra mano hacia lo que es relevante a la hora de solucionar un problema. Y todo ello, sin tener que salirse de la vía elegida y proseguir hacia el encuentro con el gran Mago de Oz, quien pretendo aquí que represente la culminación de tu propósito.
Ana Muñoz Vélez
Licenciada en Psicología, col. nº: M-36247
Leave A Comment