CONOCIENDO LOS TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA

Existen múltiples mitos asociados a los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), como que son “problemas de adolescentes”,  “una forma de llamar la atención”, “una etapa por la que pasan algunas mujeres”, o que “se arreglaría simplemente si la chica empezase a comer bien”. Sin embargo, estas creencias que muchas veces estigmatizan a las personas que sufren un TCA no pueden estar más alejadas de la realidad de esta problemática. Por ello, este post está dedicado a explicar las características de los principales TCA, Anorexia Nerviosa y Bulimia Nerviosa, con el fin de desmontar las creencias erróneas que los rodean.

Los TCA son un problema de salud grave, siendo los trastornos psicológicos con mayor índice de mortalidad asociados y con un elevado riesgo de suicidio e intentos autolíticos. Su desarrollo se produce comúnmente durante la adolescencia y la primera juventud, afectando mayoritariamente a mujeres, debido también a la influencia de factores socioculturales.

La Anorexia Nerviosa se caracteriza por la restricción de la ingesta de alimentos, que lleva a un peso corporal significativamente bajo con relación a la edad. La restricción alimentaria puede ir o no acompañada de conductas compensatorias, como vómitos autoprovocados, uso de laxantes, diuréticos, enemas, o la realización de ejercicio físico excesivo, con la finalidad de perder peso o evitar ganarlo. Asimismo, las restricciones se mantienen debido a un temor intenso a ganar peso, porque éste y la imagen corporal ejercen un papel central en el autoconcepto.

Por otro lado, la Bulimia Nerviosa se caracteriza por la presencia de atracones, que consisten en la ingesta recurrente de grandes cantidades de alimentos en un breve periodo de tiempo. Las consecuencias de estos atracones son la sensación de falta de control y un intenso sentimiento de culpa y malestar emocional, que llevan a realizar comportamientos compensatorios para evitar el aumento de peso, como los descritos anteriormente para la Anorexia Nerviosa. Aquí, al igual que en ésta, la autoevaluación también se ve erróneamente influida por la imagen corporal.

Quizás ahora muchos os estéis preguntando: ¿cómo es posible que la imagen corporal y el peso lleguen a influir tanto en una persona como para llevarle al extremo de vomitar o de apenas comer? La realidad de los TCA es más complicada de lo que se puede ver a simple vista. De hecho, algunos especialistas en esta área emplean la metáfora del iceberg para intentar que se comprendan mejor estos problemas de salud mental. Según esta metáfora, la parte visible del iceberg y, por tanto, la más pequeña, serían las conductas relacionadas con la alimentación. Sin embargo, hay una parte del iceberg que no podemos ver, mucho más grande, que esconde todos los motivos o factores que predisponen a la persona a realizar estas conductas nocivas para su salud. Esta parte invisible, está formada por la biografía de la persona, sus experiencias, su contexto y ciertas características de su personalidad.

Existen varios factores que suelen estar presentes en la «parte no visible» de mayoría de los casos de TCA (aunque no siempre tienen que darse todos ellos). El primero de ellos son las dificultades en el establecimiento de vínculos afectivos seguros entre los miembros de la familia. Estos vínculos afectivos son de vital importancia, porque son la base de la seguridad y confianza en los demás e influyen en el desarrollo de los demás vínculos a lo largo de la vida del individuo. Por ello, las personas que tienen dificultades en el desarrollo de estos vínculos durante la infancia pueden encontrar dificultades también en su vida adulta. Una consecuencia de esto es el desarrollo de una baja autoestima y una fuerte dependencia emocional hacia los demás. Esto conlleva a que la forma de verse a sí mismas dependa siempre de la aprobación de los otros y, por ello, se da una fuerte necesidad de agradar, anteponiendo incluso las necesidades de los demás a las propias. Todo ello dificulta la creación de relaciones sanas y satisfactorias y, también, dificulta la generación de deseos propios y la integración de su propia identidad. Otros aspectos centrales de la parte sumergida del iceberg son un elevado perfeccionismo, autoexigencia y necesidad de control, que convierte a estas personas en sus críticos más duros, poniéndose metas y objetivos siempre elevados que, de no conseguirlos, producen culpa, frustración y sentimientos de inutilidad. Un ejemplo de ello es que muchas pacientes con Anorexia Nerviosa suelen ser alumnas muy aplicadas, con expedientes académicos impecables.

La estrategia de estas personas para manejar todas estas dificultades “sumergidas” se expresa a través del control sobre la comida, que mantienen porque genera una valoración positiva inicial sobre sí mismas al comprobar que pierden peso y sensación de control y de logro sobre este aspecto de su vida, que perderían si volviesen a ganar peso. De esta forma, la comida se convierte en el elemento central de sus vidas y en su única fuente de bienestar.

Quizás ahora, gracias a estas breves pinceladas sobre los TCA, se pueda entender mejor la realidad de esta problemática y comprender que las personas que los sufren no se recuperan simplemente comiendo. Para ello, es necesario intervenir también sobre toda la parte sumergida del iceberg, así como cambiar los prejuicios con mayores dosis de empatía y comprensión.

 

Inés Laso Castelo

Psicóloga

By | 2020-09-24T05:31:50+00:00 septiembre 24th, 2020|Blog|0 Comments

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